En circunstancias normales, el dióxido de carbono está presente en nuestra atmósfera, proveniente de la respiración de los animales y erupciones volcánicas. Sin embargo desde la Revolución Industrial, actividades como la tala indiscriminada de árboles, cambios en el uso de la tierra, y el uso de combustibles fósiles para la producción de energía, han llevado a que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera se incrementen significativamente, de 280 partes por millón a 379 partes por millón. Esto es preocupante, ya que el CO2 es un gas que causa el efecto invernadero, dado que no reacciona ante los cambios que ocasiona y permanece en la atmósfera de manera casi-permanente.